As fortes choivas do verán de 1852 arruinaron as colleitas, pero un ano despois en 1853... volveu suceder o mesmo! Dous anos climatolóxicos tan malos trouxeron espantosas consecuencias: As crónicas do momento falan de mortos nas rúas de Santiago, de asaltos ás tafonas, de roubos de paneiras e hórreos. Estremecen as palabras de Rosalía de Castro ao lembrar ese ano fatídico.
«Voy
a contarte lo que presencié en Santiago en el tristísimo invierno de 1853,
año fatal para Galicia, en el que el hambre hizo bajar a nuestras ciudades,
como verdaderas hordas de salvajes, hombres que jamás habían pisado las
calles de una población, mujeres que no conocían otros horizontes que los que
se extendían ante sus cabañas levantadas en la más apartada soledad:
verdaderos lobos que no abandonan su madriguera sino en los días de las
grandes desolaciones. Todos los días, nuevas horas de angustia traían a
nuestras plazas y calles bandas de infelices hambrientos que de puerta en
puerta iban demandando pan para sus hijos moribundos, para sus mujeres
extenuadas por la miseria y lo duro de la estación...».
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