En el municipio de Órdenes o Ordes, como se
llama hoy por acuerdo del Parlamento Gallego para la normalización lingüística,
existió una primera capilla en un solar que hoy ocupan dos edificios de la
calle Alfonso Senra (anteriormente calle Real) nº 122, 124 y 126.
Según el sacerdote que hoy atiende la
parroquia, D. Jesús, esa capilla era románica, construida en el siglo XII.
Según otras informaciones recogidas de archivos de antiguas familias del
pueblo, la capilla se construyó sobre unos terrenos donados al lado del camino
que unía el lugar de A Calle (hoy Poulo), por donde pasaba el Camino Real de
Coruña y Betanzos a Santiago de Compostela, con el lugar de Casal, en una época
en la que al mismo tiempo se construían otras iglesias para dar servicio a fieles
y peregrinos a Compostela.
Próximo a esa capilla se irían
construyendo algunas casas que serían el germen de la actual población de Ordes
y de esa manera se convertiría en la primera Iglesia Parroquial, dedicada al
culto de Santa María. Con el crecimiento de la población se hizo necesario
hacer un templo nuevo, el lugar elegido fue una finca colindante con la
reciente carretera de Coruña a Santiago de Compostela. La construcción parece
que se inicia en el año 1864 siendo finalizada y celebrándose su inauguración
en el año 1879. La sede parroquial se traslada al nuevo edificio quedando la
vieja capilla dedicada al culto de la Virgen de Lourdes, establecida como
patrona del barrio del Recreo.
La carretera se empezó a idear con el
primer plan de carreteras aptas para amplios vehículos y grandes carretas de
transporte durante el reinado de Carlos III, pero sería en años muy posteriores
cuando llegaría a culminarse. Participaron en los planes de carreteras de
España, el Rey Carlos IV, los ministros Floridablanca, el Conde de Aranda y
Godoy, pero el impulso definitivo vendría de la mano del Rey Fernando VII y
durante el gobierno de la Reina Isabel II. Como se ve, el proceso que culminó
en la nueva carretera fue lento, pero una vez fijado el trayecto, se comenzaron
a construir casas en la nueva zona que prometía mejor futuro que en el lugar de
la vieja población de Poulo, ya relegada al viejo Camino de Peregrinación
apenas utilizado por el que solo podían pasar mulas, caballos o estrechas
carretas. Por este motivo, el municipio se desarrollaría en los últimos años
del siglo XVIII y sobre todo a finales del XIX. Durante el XX multiplicaría su
población hasta triplicarla. La nueva vía, como muchas otras, recibía el nombre
de Carretera Real y el espacio marcado por las nuevas casas recibió
inicialmente el nombre de Calle Real, posteriormente, en 1923, sería renombrada
como avenida de Alfonso Senra en honor al diputado en Cortes por el partido
judicial de Órdenes, D. Alfonso Sebastián Senra Bernárdez (1916-1923), en agradecimiento
por lo mucho que había logrado para el pueblo y por haber conseguido los
recursos necesarios para el adoquinado de esa calle.
El nuevo templo, inaugurado en 1879,
llegó a contar con un reloj en su fachada con una única esfera encima de la
puerta de entrada. Era frecuente que todo pueblo contara con un reloj público
que regulara la actividad y vida de las gentes y siendo el edificio de la
iglesia el mayor del pueblo, era lógico que allí se colocara un reloj. Cuando
el actual párroco, D. Víctor Maroño, se hizo cargo de la parroquia, se encontró
con que apenas había documentación del contenido del templo y no constan datos
sobre el momento en el cual se colocó ese reloj, no obstante por su aspecto
bien pudo ser poco después de inaugurado el templo. En el año 1954 se finaliza
el edificio de la nueva Casa Consistorial de Ordes y poco después le instalan
un moderno reloj con cuatro esferas orientadas a los cuatro lados de la torre
que culmina el edificio en su fachada principal.
Como la precisión no era buena en
aquel tiempo, el cuidado de los dos relojes no estaba a cargo de personas
suficientemente competentes y no había buenas fuentes para controlar la hora
exacta, se daba la circunstancia de que los dos relojes públicos de Ordes, el
de la Iglesia y el del Ayuntamiento, pocas veces coincidían. Había el
chascarrillo en el pueblo para ver cuál de ellos marcaba la hora más adelantada
y cuál iba más cansado.
El párroco D. José Fernández decide
ampliar el templo, el proyecto es de 1956, trasladando la fachada principal
unos metros al frente para ampliar la nave principal y al mismo tiempo le
colocaban dos torres, una a cada lado. La formidable obra termina y se hace la
inauguración en el año 1962 pero ya no contaba con reloj. Algunos vecinos
aseguran que el párroco D. José estaba molesto por los comentarios que corrían
por el pueblo sobre las diferencias que había entre los dos relojes públicos y
por ese motivo decidió finalizar la fachada sin ese aparato. Lo cierto es que
por aquellos años empezaba a haber fuentes bastante fiables de hora, a través
de la radio, el teléfono y la naciente televisión, además el uso de relojes
personales se había generalizado tanto que los relojes públicos ya tenían menos
utilidad, por otra parte tampoco se necesitaban dos, ya que ambos estaban muy
cerca uno del otro. Con el tiempo, el reloj público fue perdiendo su utilidad
inicial y pasa a ser un mero elemento decorativo del edificio, por tanto la
decisión de D. José parece que pudo ser acertada.


El viejo mecanismo del reloj fue
recluido en el bajo cubierta de la nave lateral izquierda sin ninguna
protección y lamentablemente no tuvo ningún cuidado especial durante los años
siguientes, además algunas personas curiosas parece que hurgaron en él, por
tanto el deterioro era inevitable. En julio de 2014 hemos tenido ocasión de ver
y fotografiar la máquina gracias a la amabilidad del sacerdote que desde hace
bastantes años atiende la parroquia, D. Jesús Codesido Ben, y hemos podido
apreciar lo siguiente: La carcasa externa de la máquina es de chapa de hierro,
dispone de dos puertas en los laterales pero una de ellas está desaparecida, al
frente tiene una pequeña esfera con dos agujas para señalar la hora en el
interior del edificio, por el otro lado de la caja sale un eje que es el que
comunicaría la máquina con la esfera de la calle. La caja metálica
exteriormente está bastante sucia y oxidada. La maquina propiamente dicha,
tiene alguna suciedad, en los ejes de las ruedas y en las palancas se les
aprecia algo de óxido pero aparentemente no tienen un deterioro importante y la
calidad final parece francamente buena, tal y como se aprecia en la fotos
adjuntas, siendo el sistema de rueda de escape de pasadores con un buen ajuste
con la pieza de áncora. En una caja aparte se guardan unas piezas que se
corresponden al mecanismo de detrás de la esfera exterior, las cuales moverían
las agujas, y unos bloques de hierro cuya función no está del todo clara.
Debajo de unas tablas encontramos el péndulo, bastante sucio, con una ligera
doblez entre la varilla y el disco. En la otra nave, encontramos lo que fue la
parte colocada en el exterior de la fachada, es decir, un marco de madera
redondo con cristal y un disco de mármol con la numeración de las horas, que
encajaría en el marco, aparentemente todo en buen estado, salvo el deterioro de
la pintura.
Por su estado podría ser perfectamente
recuperable pero ya no tiene mucho interés como reloj público, no obstante la
máquina una vez restaurada, tendría un bello aspecto y podría ser una atractiva
pieza que despertaría una importante curiosidad, sobre todo entre la gente
joven. De interesar exponerla, habría que hacerle un soporte para levantarla
aproximadamente un metro del suelo, despojarla de la carcasa externa para poder
ver el mecanismo en su plenitud y protegerla con una vitrina de cristal. Todo
ello con el fin de que se viese como funciona uno de estos aparatos que durante
muchos años regularon la vida de la villa de Ordes y también para que algún
profesor de física pueda explicar a sus alumnos la Ley del Péndulo.
Agradezco a D. Jesús Codesido el
haberme permitido fotografiar la máquina del viejo reloj y desear que la siga
conservando bajo su control para evitar más deterioro o pérdida de piezas.
Espero que algún día se encuentren los
recursos necesarios para efectuar la restauración y un lugar adecuado para
poder exponerla convenientemente.
Antonio Pérez
Casas, Julio, 2014