Velaquí un relato
publicado polo veteranísmo -tiña entón 86 anos- xornalista coruñés Juan Martínez de Tejada (1869-1958) no
xornal compostelán La Noche o 8 de novembro de 1955. O protagonista,
Manuel José Lema González, xefe da Estación de Telégrafos de Santiago no ano
1917, traballou un tempo en Ordes (na década de 1910) e sufriu as iras do
cacique Saturnino Aller.
De como un traje de etiqueta
facilitó la entrevista con un director general
De un célebre caso del que fui colaborador,
ocurrido en Madrid, vienen a la memoria al cabo de larguísimos años, los
siguientes pormenores inéditos, que no dejan de tener interés y gracia. Estoy
seguro que los aficionados a las anécdotas los leerán con regocijo. Iremos por
partes en este relato.
Conocí en la Coruña a Manuel José Lema,
natural de Becerreá (Lugo), de quien me hice muy amigo, ya que era también
periodista en aquellos tiempos pasados; y además auxiliar de Telégrafos y
orfeonista del laureado "El Eco" dirigido por el gran
maestro-compositor Castro Chané que, años más tarde falleció en la Habana. De
su cadáver se hizo cargo el Centro Gallego, sufragando todos los gastos del
traslado de los restos mortales a La Coruña capital donde había nacido el
laureado autor de la "Alborada". El entierro del malogrado Pepe
Chané, que así le llamaba todo el mundo, constituyó una imponente manifestación
de duelo, patentizándose los sentimientos generales por su prematura pérdida.
Ahora, trazadas a grandes rasgos las
anteriores líneas de rigor, vamos a dar un saltito a la Puerta del Sol, pues
allí se inició la historieta de nuestro protagonista. Una mañana fría y
bastante desagradable nos encontramos en la acera del Ministerio de la
Gobernación mi amigo Lema y yo. ¡Qué alegría!
-
¿Pero Lema? -le dije abrazándole-. ¿A qué se debe este milagro?
-
Pues nada -me contestó-. Estoy rabioso.
-
Cuidado -separeme un poquito-. ¿Qué le sucede?
-
Sencillamente. Estoy cesante. Como usted sabe, servía en la Estación de
Telégrafos de Órdenes y el cacique se me presentó para pedirme le expidiera un
despacho de matiz electoral, cuyo texto no creí prudente darle curso. Claro
está que me negué terminantemente. Conoce usted mi carácter en el cumplimiento
y basta... No soy partidario de trucos silvestres. ¿Consecuencia? La cesantía
contra la que he venido a reclamar justamente. Al director general de
Comunicaciones, amigo mío, don Eduardo Vincenti Reguera, yerno de Montero Ríos,
trato de visitar contándole c por b la anomalía de la que se me hizo objeto y
él, que es hombre entero, resolverá el pleito de la reposición que considero
justa. Llevo ocho días yendo y viniendo a la Dirección inútilmente sin lograr
la entrevista con Vincenti.
-
¿Cómo no le escribe y pide hora?
-
El portero no me deja pasar a su despacho. "Venga usted mañana, pasado,
dentro de la semana próxima..." En fin, que me toma el pelo de lo lindo,
repitiéndome que el director está ocupadísimo y que no recibe.
-
Bueno, querido Lema. Mañana usted póngase de tiros largos. ¿Tiene usted chaquet
y demás indumentaria de gala?
-
En la maleta si.
-
Perfectamente... ¿Sombrero de copa alta, vulgo chistera?
-
También lo traje.
-¡Magnífico!
Hará falta comprar un bastón de caña, delgado, y una cartera de documentos, y
ya está el equipo hecho.
A las once nos encaminamos Lema y yo,
actuando de secretario particular, hasta el despacho del Sr. Vincenti. Lema
pasó ante el portero con aire de diputado, o más bien de diplomático por las
trazas. El portero se levanto de la silla rápidamente abriéndole de par en par
la puerta con una ceremoniosa reverencia. No le había conocido.
El amigo Lema ha sido repuesto en su empleo y
destinado a Pontevedra y algunos meses después se le nombró jefe de la estación
de Telégrafos de Santiago, desempeñando el cargo a satisfacción durante más de
diez años. Murió el amigo Lema, repentinamente, cursando un despacho.
Tan excelente compañero, de muchas simpatías
en Compostela, tenía extraordinario don de gentes. Era orador fácil y en los
banquetes, bodas y bautizos, etc., cuando se le invitaba no faltaba su discurso
alusivo, cosechando francos aplausos.
Estaba Lema emparentado con don Vicente Carnota, virtuoso sacerdote y periodista, que figuró en las redacciones
"Diario de Galicia", fundado por D.A. Corral Golpe, que no se publica
y "La Voz de Galicia".
Carnota tiene en Órdenes, su patria, un
sencillo monumento, ante el cual se rindió recientemente merecido homenaje de admiración, organizado en Santiago, al inolvidable escritor mencionado.
Juan Martínez de Tejada
No hay comentarios:
Publicar un comentario