sábado, 26 de marzo de 2022

As festas dos anos 40

   Luciano Concheiro García (1919-1972) foi o 11º e penúltimo fillo de Pedro Concheiro e Juana García. Como case toda a familia dos de Carballo era de esquerdas, o que o levou a colaborar cos guerrilleiros de Manuel Ponte. En 1946, aos 27 anos de idade, escapou de España cara a Estados Unidos vía Portugal. Grazas a unha organización de cuáqueros puido ir a México desde NY. Alí se estableceu xunto a dúas irmás, Ascensión e Estrella, que estaban casadas cos tamén exiliados Francisco Comesaña e Alonso Puente. Casado con Elvira Bórquez de la Fuente, foi pai de Luciano (n.1953), José Luis e Elvira Concheiro Bórquez e avó do filósofo Luciano Concheiro.
  En 1958 despois dunha amnistia regresou a España e viviu durante un tempo en Ordes, pero non quedou contento e volvería a marchar para México. Nesa época escribiu este artigo publicado o 14 de agosto de 1960 en La Voz de Galicia onde fala das festas dos anos 40. O que se pode sacar en conclusión é que as mellores festas sempre son as da nosa xuventude. Podo imaxinar a algún mozo actual dicindo dentro de 30 anos que as festas de agora si que son boas e non as dese lonxano futuro.
 
A morriña d'aquelas festas
[...] Por eso lo que yo diga en esta modesta colaboración tendrá tan solo el valor de estar dictado por la fuerza de los recuerdos, esos recuerdos alegres pero teñidos por la nostalgia.
 
  Aquellas fiestas tenían un sabor especial, eran producto del esfuerzo de un puñado de jóvenes animosos, que llevaban a Órdenes en el alma, se disfrutaba del ambiente festivo muchos días antes. Aquellas comisiones, formadas con el único interés de hacer las fiestas cada vez más alegres, más populares, mejores, se reunían allá por el mes de julio y empezaban a actuar: como no hay fiestas sin música, se contrataba a la de Arca o Corme, luego era también imprescindible la participación "do fogueteiro da Sionlla"; y ya tomadas estas medidas preliminares empezábamos a estar tranquilos "polo menos o ruído xa non nos faltaba". Pero para que nuestras fiestas pudieran llevarse a cabo, era necesario eso que se llama dinero, y entonces pertrechados con una lista de todo el pueblo, allá nos íbamos por las puertas a pedir la colaboración a cada uno en la medida de sus posibilidades, y todos daban; algunos decían, y no sin razón (era la época del racionamiento), "vides pedir, pero non traedes o aceite"; otros repetían "lambós, como se nota que vós comedes, que tedes ganas de festas". Pero a pesar de estas explosiones, por otra parte muy naturales, no faltaba ayuda de nadie, todos ponían su granito de arena, el deseo común era que hubiera fiestas y "unhas boas festas".
 
  Para poder darle más brillantes, el elemento juvenil, alma de estas fiestas, colaboraba y así se montaba una tómbola, se representaban "funciones teatrales" que además de fuente de ingresos, lo era de regocijo popular; jugábamos al fútbol, colocábamos las luces, el palco, todo; allí estaban siempre dispuestos Laureano, Galán, Mariño, Astray, Mundito..., gente joven y con deseos de que "este ano as festas foran mellores que nunca". Y la verdad es que con todos estos preparativos disfrutábamos ya tanto como con las mismas fiestas.
 
  Hoy, sin embargo, y eso dicho sin ánimo de crítica, todo es muy distinto, más impersonal, un besalamano trata de solucionar todo, la juventud no interviene para nada, es un elemento pasivo, todo se lleva a cabo por un medio menos comunitario y desde luego mucho menos efectivo y claro, debido a este nuevo sistema aún teniendo en cuenta la evolución natural que todo ha sufrido, las fiestas populares de los pueblos están en baja forma. Junto con una serie de cosas hoy día desterradas, ha desaparecido nuestro folklore, ¿qué es de nuestras gaitas?; el sabor gallego se ha perdido. Todo es más frío y protocolario, podríamos decir que las fiestas ya no son "del pueblo", sino, y esto con bastante benevolencia, para el pueblo, lo cual es bastante distinto. Son ahora unas fiestas organizadas a capricho de "unos pocos" de la generación anterior, y el pueblo no tiene casi noticias de ellas hasta que un día la "charanga" y la "orquesta" -ritmos extranjeros- recorren las calles con su eterno pasacalles.
 
¡Aquellas fiestas, nuestras fiestas ...! Recordar es vivir.
Luciano Concheiro García

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