Os anos 20 supuxeron un enorme avance da moda cara á emancipación feminina.
Os longos e pesados traxes e sombreiros quedaron definitivamente desterrados. A
nova muller buscaba a comodidade e tamén a provocación co peiteado curto ao "garçon".
Os vestidos eran
lixeiros ao igual cá roupa interior que consistía nunha combinación de algodón
de cor crema composta por un corpiño e un suxeitador para disimular os peitos,
con tirantes axustables, parte dianteira bordada, partes laterais e traseiras
elásticas, peche lateral con corchetes e catro portaligas axustables. Todo isto
estaba confeccionado cun novo material: o
raión, lixeiro, barato e fácil de lavar.
A crise de 1929 tivo como consecuencia o uso
habitual de tecidos de baixo custo como o liño e materiais artificiais. As
medias deixaron a carísima seda e pasaron a fabricarse tamén de raión (non
eran aínda de nailon que sería descuberto en 1933 e patentado en 1938).
En 1930 os modelos de
beleza eran actrices como Greta Garbo
e Marlene Dietrich, mulleres independentes,
altas, delgadas, de ombros anchos e pouca cadeira. O centro erótico subiu das
pernas ao lombo que era resaltado con grandes escotes e que provocaba o delirio
masculino.
Pero a pesar de todos
estes avances a maioría da sociedade seguía vendo á muller nun único papel.
Podemos decatarnos lendo este artigo publicado en Vida Gallega no ano 1929.
LO MÁS BELLO DEL HOGAR
Mujercitas modernas; lindas muñequitas del hogar. Vosotras que os pasáis
mucho tiempo en el día arreglando la casa, colocando cuadros, cortinas y
muñecos para hacer más frívola la estancia y agradar lo más posible, debéis
tener en cuenta que hay una cosa principalísima para embellecer la estancia. El
primer muñequito frívolo, la primera cosa atractiva, risueña, agradable, lo
constituís vosotras mismas. Lo demás, es un complemento vuestro. La mujer es el
elemento embellecedor del hogar, y como tal debe procurarse el cuidado en todos
los órdenes. Una mujercita bella no la es del todo si no sabe realzar su figura
con vestimentas apropiadas. Una mujer no solo debe conformarse con ser guapa;
debe parecerlo también. Los atavíos femeninos son los elementos deslumbradores
de la gracia y simpatía de la mujer. La mujer misma, es lo más bello del hogar
y por lo tanto el objeto de arte que más hay que cuidar. Si este se descuida,
en vano se abarrotará la casa de atractivos; será como un almacén de sótano sin
dependiente ni comprador; una cosa sin vida.
El hogar debe convertirse en el palacio de la alegría, de la simpatía,
del amor. Arreglado el gabinetito, perfumada la estancia, colocados los objetos
artísticos en su puesto, abriendo el ventanal para que penetre el fuego del sol
en la próxima primavera, la reina de la casa, la mujer, debe presentarse
artísticamente ataviada por su salto de cama o kimono de seda, por ejemplo,
rosa pálido que tanto se usa, bordado profusamente en sedas y felpas negras.
Anchísimas mangas para que den suprema gracia a la figura ...
Una linda mujer, ataviada con arte en las horas matinales, de intimidad,
es el encanto verdadero del hogar. Es la belleza suprema de la casa. Es el
objeto de arte en la familia.
Su figura hará más bella la estancia y los objetos que sirven de adorno
a la casa parecerán más lindos todavía.
La mujer, con aire majestuoso, embriagará el ambiente entre sonrisas y
perfume de rosas, y presidirá como reina del hogar todos esos juguetes que
adornan la estancia.
La sonrisa de una mujer bien ataviada, lo mismo que el gorjeo de un
canario, harán, de lo que parece para muchas una prisión, su jaula, un palacio
de libertad para ella, y de esclavitud para los muñecos, contando entre estos,
como es natural, al primer muñeco: al hombre.
Soledad Cuevas. Madrid, febrero de 1929.
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