viernes, 9 de octubre de 2020

El Reloj de la Iglesia

  En el municipio de Órdenes o Ordes, como se llama hoy por acuerdo del Parlamento Gallego para la normalización lingüística, existió una primera capilla en un solar que hoy ocupan dos edificios de la calle Alfonso Senra (anteriormente calle Real) nº 122, 124 y 126.

Según el sacerdote que hoy atiende la parroquia, D. Jesús, esa capilla era románica, construida en el siglo XII. Según otras informaciones recogidas de archivos de antiguas familias del pueblo, la capilla se construyó sobre unos terrenos donados al lado del camino que unía el lugar de A Calle (hoy Poulo), por donde pasaba el Camino Real de Coruña y Betanzos a Santiago de Compostela, con el lugar de Casal, en una época en la que al mismo tiempo se construían otras iglesias para dar servicio a fieles y peregrinos a Compostela.

Próximo a esa capilla se irían construyendo algunas casas que serían el germen de la actual población de Ordes y de esa manera se convertiría en la primera Iglesia Parroquial, dedicada al culto de Santa María. Con el crecimiento de la población se hizo necesario hacer un templo nuevo, el lugar elegido fue una finca colindante con la reciente carretera de Coruña a Santiago de Compostela. La construcción parece que se inicia en el año 1864 siendo finalizada y celebrándose su inauguración en el año 1879. La sede parroquial se traslada al nuevo edificio quedando la vieja capilla dedicada al culto de la Virgen de Lourdes, establecida como patrona del barrio del Recreo.

La carretera se empezó a idear con el primer plan de carreteras aptas para amplios vehículos y grandes carretas de transporte durante el reinado de Carlos III, pero sería en años muy posteriores cuando llegaría a culminarse. Participaron en los planes de carreteras de España, el Rey Carlos IV, los ministros Floridablanca, el Conde de Aranda y Godoy, pero el impulso definitivo vendría de la mano del Rey Fernando VII y durante el gobierno de la Reina Isabel II. Como se ve, el proceso que culminó en la nueva carretera fue lento, pero una vez fijado el trayecto, se comenzaron a construir casas en la nueva zona que prometía mejor futuro que en el lugar de la vieja población de Poulo, ya relegada al viejo Camino de Peregrinación apenas utilizado por el que solo podían pasar mulas, caballos o estrechas carretas. Por este motivo, el municipio se desarrollaría en los últimos años del siglo XVIII y sobre todo a finales del XIX. Durante el XX multiplicaría su población hasta triplicarla. La nueva vía, como muchas otras, recibía el nombre de Carretera Real y el espacio marcado por las nuevas casas recibió inicialmente el nombre de Calle Real, posteriormente, en 1923, sería renombrada como avenida de Alfonso Senra en honor al diputado en Cortes por el partido judicial de Órdenes, D. Alfonso Sebastián Senra Bermúdez (1916-1923), en agradecimiento por lo mucho que había logrado para el pueblo y por haber conseguido los recursos necesarios para el adoquinado de esa calle.

El nuevo templo, inaugurado en 1879, llegó a contar con un reloj en su fachada con una única esfera encima de la puerta de entrada. Era frecuente que todo pueblo contara con un reloj público que regulara la actividad y vida de las gentes y siendo el edificio de la iglesia el mayor del pueblo, era lógico que allí se colocara un reloj. Cuando el actual párroco, D. Víctor Maroño, se hizo cargo de la parroquia, se encontró con que apenas había documentación del contenido del templo y no constan datos sobre el momento en el cual se colocó ese reloj, no obstante por su aspecto bien pudo ser poco después de inaugurado el templo. En el año 1954 se finaliza el edificio de la nueva Casa Consistorial de Ordes y poco después le instalan un moderno reloj con cuatro esferas orientadas a los cuatro lados de la torre que culmina el edificio en su fachada principal.

Como la precisión no era buena en aquel tiempo, el cuidado de los dos relojes no estaba a cargo de personas suficientemente competentes y no había buenas fuentes para controlar la hora exacta, se daba la circunstancia de que los dos relojes públicos de Ordes, el de la Iglesia y el del Ayuntamiento, pocas veces coincidían. Había el chascarrillo en el pueblo para ver cuál de ellos marcaba la hora más adelantada y cuál iba más cansado.

El párroco D. José Fernández decide ampliar el templo, el proyecto es de 1956, trasladando la fachada principal unos metros al frente para ampliar la nave principal y al mismo tiempo le colocaban dos torres, una a cada lado. La formidable obra termina y se hace la inauguración en el año 1962 pero ya no contaba con reloj. Algunos vecinos aseguran que el párroco D. José estaba molesto por los comentarios que corrían por el pueblo sobre las diferencias que había entre los dos relojes públicos y por ese motivo decidió finalizar la fachada sin ese aparato. Lo cierto es que por aquellos años empezaba a haber fuentes bastante fiables de hora, a través de la radio, el teléfono y la naciente televisión, además el uso de relojes personales se había generalizado tanto que los relojes públicos ya tenían menos utilidad, por otra parte tampoco se necesitaban dos, ya que ambos estaban muy cerca uno del otro. Con el tiempo, el reloj público fue perdiendo su utilidad inicial y pasa a ser un mero elemento decorativo del edificio, por tanto la decisión de D. José parece que pudo ser acertada. 

El viejo mecanismo del reloj fue recluido en el bajo cubierta de la nave lateral izquierda sin ninguna protección y lamentablemente no tuvo ningún cuidado especial durante los años siguientes, además algunas personas curiosas parece que hurgaron en él, por tanto el deterioro era inevitable. En julio de 2014 hemos tenido ocasión de ver y fotografiar la máquina gracias a la amabilidad del sacerdote que desde hace bastantes años atiende la parroquia, D. Jesús Codesido Ben, y hemos podido apreciar lo siguiente: La carcasa externa de la máquina es de chapa de hierro, dispone de dos puertas en los laterales pero una de ellas está desaparecida, al frente tiene una pequeña esfera con dos agujas para señalar la hora en el interior del edificio, por el otro lado de la caja sale un eje que es el que comunicaría la máquina con la esfera de la calle. La caja metálica exteriormente está bastante sucia y oxidada. La maquina propiamente dicha, tiene alguna suciedad, en los ejes de las ruedas y en las palancas se les aprecia algo de óxido pero aparentemente no tienen un deterioro importante y la calidad final parece francamente buena, tal y como se aprecia en la fotos adjuntas, siendo el sistema de rueda de escape de pasadores con un buen ajuste con la pieza de áncora. En una caja aparte se guardan unas piezas que se corresponden al mecanismo de detrás de la esfera exterior, las cuales moverían las agujas, y unos bloques de hierro cuya función no está del todo clara. Debajo de unas tablas encontramos el péndulo, bastante sucio, con una ligera doblez entre la varilla y el disco. En la otra nave, encontramos lo que fue la parte colocada en el exterior de la fachada, es decir, un marco de madera redondo con cristal y un disco de mármol con la numeración de las horas, que encajaría en el marco, aparentemente todo en buen estado, salvo el deterioro de la pintura. 


Por su estado podría ser perfectamente recuperable pero ya no tiene mucho interés como reloj público, no obstante la máquina una vez restaurada, tendría un bello aspecto y podría ser una atractiva pieza que despertaría una importante curiosidad, sobre todo entre la gente joven. De interesar exponerla, habría que hacerle un soporte para levantarla aproximadamente un metro del suelo, despojarla de la carcasa externa para poder ver el mecanismo en su plenitud y protegerla con una vitrina de cristal. Todo ello con el fin de que se viese como funciona uno de estos aparatos que durante muchos años regularon la vida de la villa de Ordes y también para que algún profesor de física pueda explicar a sus alumnos la Ley del Péndulo.
 
Agradezco a D. Jesús Codesido el haberme permitido fotografiar la máquina del viejo reloj y desear que la siga conservando bajo su control para evitar más deterioro o pérdida de piezas.
 
Espero que algún día se encuentren los recursos necesarios para efectuar la restauración y un lugar adecuado para poder exponerla convenientemente.
Antonio Pérez Casas, Julio, 2014

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